Provinciales

Estafas telefónicas, un delito que no pasa de moda en Córdoba

“Señora, le hablamos de Anses para informarle que los billetes de 100 pesos van a dejar de tener valor y si no los cambia perderá todo”. Este es uno de los ardides que utilizan a través de llamados telefónicos para engañar a inocentes víctimas.

“Se ha ganado un auto y debe enviarnos el importe destinado al seguro para que podamos entregarle el vehículo”, es otro de los “versos” a los que apelan los estafadores.

El flagelo está sumamente extendido en todo el país y no se detiene a pesar de la acción de la Justicia que, con todos los medios, sigue encontrando responsables de estas maniobras, difíciles de combatir.

Lo llamativo es que gran parte de estas modalidades delictivas nace de las cárceles, donde resulta difícil combatirlas porque los mismos presos que cayeron por este delito siguen estafando, sin mayor control.

Esos dos ardides son los “premios virtuales”, la falsa recompensa prometida a cambio de un giro de dinero innecesario, y el “cambio de billetes”, un engaño que hace creer a la víctima que esos ahorros que tiene en su casa van a perder su valor si no cambia los billetes de pesos o dólares.

Para el pago de los premios virtuales –una camioneta, un auto, una suma de dinero que se obtiene por ser el titular de una línea telefónica, un viaje a un destino paradisíaco– se pide que previamente el beneficiario-víctima gire a la organización que emite el llamado una cantidad de dinero que terminará yéndose a los bolsillos de los estafadores.

El modo de concretar ese pago es a través de una transferencia por Western Union u otra compañía de giro de dinero. Muchas veces usan un Rapipago, Pago Fácil o un telecentro cuyo titular puede estar ajeno o ser parte de la maniobra.

A veces ha ocurrido que este “engranaje” es el que le provee los chips para que sigan estafando desde la cárcel.

Barrotes que no impiden. Un fiscal alertó que la mayoría de las bandas continúan operando desde las mismas cárceles. Solicitó un informe, aún sin respuestas oficiales. (Ramiro Pereyra / Archivo)

Barrotes que no impiden. Un fiscal alertó que la mayoría de las bandas continúan operando desde las mismas cárceles. Solicitó un informe, aún sin respuestas oficiales. (Ramiro Pereyra / Archivo)

Rejas adentro

Esta modalidad es ejecutada desde los penales y sigue sin ser controlada a pesar de las peticiones judiciales.

No existen inhibidores de señales de celular –al menos no funcionan– ni parece que las requisas o detectores fueran efectivos para evitar el paso de aparatos, según advierten los investigadores.

Además, hay que aclarar que se ha comprobado que los call centers que se montan tras las rejas funcionan durante 12 horas seguidas, sin interrupción y sin que sean “detectados”.

A cargo de estos delitos está la Unidad de Casos Especiales que funciona en la Fiscalía del Distrito 1 Turno 1, cuyo titular es Enrique Gavier.

Este funcionario judicial envió el 23 de abril último una carta al Tribunal de Conducta Policial y Penitenciario solicitando que se le informe si existen actuaciones en contra de guardiacárceles que “por acciones u omisiones de cualquier índole puedan haber incidido –directa o indirectamente– en la tenencia ilegítima por parte de los reclusos de elementos prohibidos –en particular y principalmente teléfonos celulares y accesorios afines–en cualquiera de los establecimientos carcelarios” de la provincia.

Hasta este jueves no se había recibido respuesta.

En 2015, Gavier había desbaratado una banda que operaba libremente con premios virtuales desde las cárceles de Bouwer, Villa María y Cruz del Eje.

Billetes voladores

La otra forma de estafar por teléfono es cometida desde fuera de la cárcel y se vale de la inocencia de personas mayores que creen que pueden perder sus ahorros u objetos preciados si no se los dan a otras personas –que creen honestas– para que se los cambien a fin de que conserven su valor.

Existen numerosas bandas delictivas que se dedican a este fraude cuya matriz es similar al anterior. En este caso se valen de un “pariente” al que le imitan la voz y le hacen creer que les están llamando por una emergencia.

Luego le pasan a un funcionario de una dependencia pública –Anses, Afip u otra– que les explica que tienen que entregar ese dinero que (saben o suponen) tiene guardado en su casa.

La capacidad de sugestión que tiene el operador –hábil estafador– consigue resultados impensados. La víctima entrega información valiosa en la creencia de que están ayudándola. Al final, van a buscar el dinero –billetes, dólares y hasta joyas– y terminan robándolo o recibiéndolo con las mejores intenciones.

En algunos casos, cuando comprueban que esa persona tiene mucho dinero o joyas en su casa, le “informan” que la persona que les habló está secuestrada y tiene que pagar el rescate.

La víctima está tan aterrorizada que hasta cree escuchar la voz auténtica del “secuestrado” que le pide que pague el rescate.

Roles

Según datos provistos por la Fiscalía de Delitos Complejos, la modalidad incluye un equipo de varias personas.

Uno mantiene la comunicación abierta, mientras otros pasan los datos para que otros vayan a buscar el rescate. Cuando llegan al domicilio, se presenta un “contador” que recibe los billetes. La víctima entrega confiada porque su “familiar” le había anticipado que ese contador iba a buscar el dinero.

En muchos casos, hubo tarea de inteligencia y búsqueda de información, desarrollada por un equipo de personas que transita las calles y obtiene quiénes tienen objetos de valor, sus nombres, familiares y otros datos que ayudan a elaborar el engaño.

Recientemente se ha conformado un profuso expediente judicial en el que se detectó una asociación ilícita integrada por 33 personas, con muchos miembros de la comunidad gitana, la mayoría con el apellido Traico. La modalidad es el cambio de billetes.

El miércoles próximo, en la Cámara 10ª del Crimen de la ciudad de Córdoba, comenzará un nuevo juicio contra dos miembros de esa organización, acusados de cinco hechos de estafas reiteradas: José Alberto López (42) y Mara Marisa Traico (30) .

Se trata de un eslabón más de un delito que siempre parece continuar en auge.

Cortar y no dar datos: Las precauciones básicas

Los consejos de la Policía para evitar ser víctima del ardid.

Ignorar. Ninguna empresa seria va a solicitar dinero por correo para solventar gastos administrativos. En caso de toparse con una situación así, lo mejor es cortar la llamada. Tampoco ninguna sucursal bancaria o sede oficial de algún gobierno irá a un domicilio particular a cambiar billetes: siempre, en todos los casos, se trata de una estafa.

Prestar atención. Se debe desconfiar de promociones donde se vendan objetos o viajes a muy bajo precio o se regalen bienes caros. No hay que darle datos personales a nadie, mucho menos claves de tarjetas o claves PIN con las que esos delincuentes puedan estafar luego.

Celulares. Desde la Policía recomiendan que si alguien recibe una llamada desde la cárcel, lo mejor es cortar. Tampoco hay que responder mensajes de números desconocidos ni brindar ningún dato personal (nombre, edad, familiares, dirección o cualquier información de este tipo) a alguien que llama por teléfono.

La Voz del Interior

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