Provinciales

¿Por qué Internet es costosa y de mala calidad en la Argentina?

Según cifras del Indec de marzo, en la Argentina hay unos 7,4 millones de accesos fijos a Internet (6,8 millones en hogares) y 27 millones usan datos desde sus móviles. Si bien unos 31 millones de argentinos utilizan la red, el 30% del total de la población aún no está conectado

Con respecto a las velocidades de acceso, un ranking de Cable UK pone al país en el fondo de la tabla: de 200 países analizados, Argentina ocupa el lugar 159, lejos no sólo de los primeros lugares (Singapur, Suecia y Taiwan), sino que también de varios países de la región. Entre los vecinos, están más abajo Bolivia, Paraguay y Venezuela

Que la conexión no sea buena es un negocio para muchos; además, la infraestructura está atrasada y perimida. Y el Estado lo permite

A nivel local, la velocidad de descarga tiene un promedio de 3,2 Mbps, lejos de los 20 de EEUU y también debajo de los 6,1 Mbps de Uruguay y los 4,7 de Chile. Y eso no es lo peor: el rango de velocidad con más usuarios está entre 1 y 6 Mbps. Además, la distorsión de lo que paga cada argentino por el servicio llega a ser enorme, según el Observatorio de Internet en Argentina (OIA). El precio promedio del megabit por segundo (Mbps), en el caso de Internet fija, es de $99,7. El mínimo registrado fue de $2,7 y el máximo encontrado, $1.089,8, lo que representa una diferencia de más de 300 veces, según publicó Infobae en julio. Una diferencia ridícula. En dólares, el Mbps local promedio cuesta USD 3,2, mientras que en EEUU es de USD 1,9 y en México USD 2.

«Que la conexión no sea buena es un negocio para muchos; además, la infraestructura está atrasada y perimida. Y el Estado lo permite. Según los datos que relevamos, el mega más barato se paga en manzanas de Recoleta, Belgrano y Barrio Norte: sí, las empresas cablean mejor algunas manzanas elegidas de una Ciudad. El más caro es en Villa Madero, en el Conurbano. El acceso a la red debería ser un derecho básico, sobre todo en países en desarrollo que quieren crecer», asegura Sergio Rosemblat, integrante de este Observatorio sin fines de lucro que existe desde hace cinco años.

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