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Crecen en el país los seguidores de Marie Kondo y hay quienes pagan hasta $8 mil por ordenar su placard

La serie se estrenó en la última semana y es furor en la Argentina y en el mundo.

Marie Kondo. El mundo está pronunciando estas dos palabras mágicas. Como si, al decirlas con fuerza, llegara a nuestra puerta esta superhéroe del orden, capaz de dejar reluciente hasta la casa más caótica. No vendrá, porque la tenemos lejos. Pero con sus libros, su enorme cantidad de tutoriales en YouTube, y la nueva serie de Netflix, cada vez más argentinos siguen en casa sus consejos.

 

¿Quién es esta mujer con cara angelical y risita nerviosa de la que todos hablan? Nacida en Tokio (Japón) hace 34 años, su verdadero nombre es 近藤麻理恵. Creó toda una empresa a partir de su método «KonMari», que la ubicó entre las 100 personas más influyentes del planeta, según la lista de la revista Time.

 

 

Un placard organizado con canastos y rótulos (Martín Bonetto).

 

Ahora, su imagen estalló por la serie ¡A ordenar con Marie Kondo!, lanzada el 1° de enero en Netflix. En ocho episodios, se la ve golpear las puertas de casas estadounidenses. Al entrar se arrodilla sobre el piso y hace una reverencia. Luego, enseña a las familias a doblar las prendas, a reubicar los objetos y a deshacerse (con agradecimiento) de todo lo que sobra.

 

En redes sociales, fue Trending Toping y llovieron los «memes», con gente a favor y en contra. Los más críticos la llaman «la nazi del orden» y cuestionan si al mandato de ser flaco y saludable ahora se le sumó el orden como una virtud exacerbada. También se quejan porque Kondo dice que no deberíamos tener más de 30 libros. «¿Te referías a máximo 30 libros en la mesita de noche, Marie Kondo?», indagó en Twitter el escritor Juan Pablo Villalobos. Y, así, miles de comentarios.

 

 

Paradójicamente, ella misma es un suceso editorial. Penguin Random House ofrece cuatro libros de esta autora en Argentina -el más famoso es La magia del orden- y sus voceros dijeron a Clarín que los números de venta «son bastante extraordinarios» para la industria: rondan los 200 mil ejemplares en nuestro país.

 

Tras su éxito, surgieron nuevos asesores de la vida cotidiana que ayudan a la gente a organizarse para resolver cuestiones básicas de la vida doméstica. Como Estefanía Fryd, que fue la primera consultora oficial de “Marie Kondo” en Argentina. Cursó un seminario oficial en San Francisco. «Ella vive allí, así que estuvo bastante tiempo, conocimos a su marido y a sus hijas. Es imposible hablar con ella mano a mano porque no habla inglés. Pero tiene muchísimo humor», comenta.

 

Minimalismo extremo: Los que se despojan de casi todo lo material

«Nos contó cómo fueron sus comienzos, que la primera vez que ordenó su casa sacó ocho bolsas pero aún así sentía que no estaba del todo ordenada. Le tiraba cosas a la familia -lo cual le trajo muchos problemas- y aún así seguía sintiendo que necesitaba tirar más cosas, hasta que un día estaba tan neurótica que se desmayó y al despertarse se dio cuenta que el planteo lo estaba haciendo mal; que no tenía que pensar en qué es lo que quería tirar sino en qué es lo que quería conservar. Y de ahí surge el elegir quedarte con lo que te haga feliz», sigue Estefanía.

 

Con título en mano, lanzó su negocio. «Me llaman por la crisis de los 30, de los 40, cuando hay algo que quieren modificar en sus vidas. Porque no es que vamos a doblarles las remeras. Es cambiar de estilo de vida, que pases tiempo en tu casa y te guste», comenta Fryd. «Siempre hablo de la diferencia entre ordenar y organizar, que es hacerlo de una vez y para siempre. Asignarle un lugar a cada cosa. Es algo que hacemos una vez en la vida», agrega.

 

Como en la serie, la gurú «argenta» va a las casas. La organización de un placard cuesta $4000. La cocina, de $3000 a $3600. La habitación infantil completa, unos $5200. Hay que agregar los canastos, fundamentales en el método. Por ejemplo, en un placard, se suele gastar $3000 en estos recipientes. A partir de la serie, aumentaron «muchísimo» la cantidad de consultas que recibe. Dice que, «gracias a Netflix», pasó de vender 6 a 10 contenedores por día en su tienda online.

 

Otra referente local es Brenda Haines. Tiene un método similar al de Kondo, pero adaptado a nuestro país. «Hay cuestiones ligadas a lo cultural y la idiosincrasia de cada lugar. Como el saludar a la casa o a los objetos que se descartan, que tiene que ver con la sociedad japonesa que nosotros no predicamos», cuenta.

 

 

Todo a la vista, doblado, y colocado en forma vertical (Martín Bonetto).

 

Tampoco coincide con el descarte extremo de la japonesa. «Si una persona quiere tener 2000 libros en la casa y tiene una biblioteca con espacio suficiente, nos enfocamos en que los tenga ordenados. Lo mismo con la ropa», dice Haines. Y completa: «Nuestra filosofía no es qué hay que descartar para ser feliz, sino que no hay que vivir abarrotado de cosas por las dudas».

 

Haines recibe unas 10 consultas diarias. La mayoría, de personas que trabajan todo el día y no disponen de tiempo para organizar su casa. En el 2018 hizo 120 organizaciones, entre 2 y 3 por semana. Además, vende unos 700 contenedores y soportes por mes en su tienda online. Cobra $8000 más IVA por una jornada de 6 horas de trabajo. En cuanto a una mudanza, en las que desembalan y organizan de cero, los honorarios son de $9000 más IVA por día.

 

 

Karina Fraenkel organizó su placard (Martín Bonetto).

 

«Quería organizar de manera prolija»

«Había hecho mi placard y quería organizarlo de manera más prolija». Ese fue el puntapié inicial para un cambio rotundo en la casa de Karina Fraenkel (46), fonoaudióloga. Contrató a una organizadora, que fue a su casa con otra chica. Primero vaciaron todo el placard. Pusieron las prendas sobre la cama y el piso. Luego las volvieron a guardar. Karina aprendió a doblar y ubicar la ropa. Puso unos 12 canastos rotulados: «MC» para mangas cortas, «ML» para mangas largas. En la parte superior quedaron los zapatos y carteras de fiesta. Fueron 8 horas de trabajo.

 

Le gustó tanto, que siguió por la cocina. Sacó lo que consideraba que no iba a usar más. Luego vació todo y lo reubicó de manera prolija. Puso un canastito para los alimentos cerrados, otro para los condimentos, y colocó un separador para que las tapas de las ollas no queden sueltas. En el baño, en los cajones dejó un lugar para los repuestos de higiene personal, otro para las toallas grandes y chicas, y un canastito chico para los alicates. Todo etiquetado. Fue a principio de 2018 y, según Karina, «se mantiene, no a la perfección, pero se mantiene».

 

 

Cuando se mudó, Guadalupe Ferreiro contrató a una organizadora (Germán García Adrasti).

 

«La casa dio un vuelco mágico»

La abogada Guadalupe Ferreiro, de 38 años, aprovechó una mudanza para optimizar su nueva casa. Contrató a una «gurú» del orden. Trabajaron tres días, en jornadas de seis horas. Organizaron el vestidor, los baños, la cocina, la habitación, los libros, y los objetos personales. Todo, con contenedores. «Los zapatos van en cajas, la cocina con rotulados, los frascos están visibles. En el lavadero se clasifican los productos: la ropa para planchar y lavar. Todo encontró su lugar», detalla.

 

Asegura que el esfuerzo valió la pena. «Es útil, para mí fue un placer. La casa dio un vuelco mágico. Se optimiza el espacio, la visual, tenés todo al alcance. Transmite buena energía», evalúa. Y, por sobre todo, enfatiza que este método ayuda a ser solidarios. Ella donó más de 30 bolsas de cosas que ya no usaba -y estaban en buen estado- a varias instituciones.

 

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Las claves del método KonMari

* Ordenar involucra eliminar cosas y decidir dónde guardarlas. La eliminación debe ir primero.

 

* El sentido de desechar y conservar es ser feliz. Sacar todas las cosas del placard. Tomar cada objeto con la mano, tocarlo y preguntarnos si nos hace feliz.

 

* Organizar por categorías, no por lugar. Si tenés demasiada ropa, examinarla por subcategorías (pantalones, camisas, vestidos).

 

 

* Ordenar primero la ropa, después los libros, papeles, objetos varios y, por ultimo, las cosas sentimentales y los souvenires.

 

* Para ordenar los libros, ponerlos también todos en el piso. Deshacerse de todos los libros no leídos.

 

* La ropa debe guardarse doblada y vertical a la altura de un cajón. Si hay estantes, usar cajas para organizarlos.

 

* No gastar en organizadores: recurrir a las cajas de zapatos. Guardar todos los objetos de un mismo tipo en un mismo lugar.

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