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La presidencia francesa se definirá entre Macron y Le Pen

La presidencia francesa se definirá entre Macron y Le Pen

La eliminación de la carrera al Elíseo del conservador Francois Fillon y al izquierdista Jean-Luc Mélenchon, allanó el camino a Macron, al que muchos franceses otorgaron su confianza a último momento porque lo veían con más posibilidades de aglutinar el voto anti Le Pen.

«En un año, hemos cambiado la cara de la política francesa», celebró Macron, de 38 años, quien con su joven iniciativa ¡En Marcha! se erigió como el candidato del establishment para hacer frente a la decepción y frustración ciudadana con la élite política en el poder.

En su bunker electoral y frente a una multitud de simpatizantes que cantaban victoria, Macron, hasta hace unos meses ministro de Economía del actual gobierno socialista, aseguró que «no existe más que una Francia, la de los patriotas dentro de una Europa que nos protege».

«El desafío es abrir una nueva página en nuestro país para que todos puedan encontrar su lugar», añadió el candidato antes de prometer que intentará «unir» a los franceses para vencer en la segunda vuelta la ultraderechista y anti europeísta Le Pen.

Con el recuento de la primera vuelta todavía en marcha, empezaron a publicarse sondeos sobre el balotaje, que Macron ganaría con el 62% de los votos frente al 38% de Le Pen, según el instituto demoscópico Ipsos.

En la primera vuelta, con el 85% de los votos escrutados, Macron conseguía el 23,36% de los votos, frente al 22,42% de la candidata de 48 años del xenófobo Frente Nacional (FN) francés.

En el tercer y cuarto puesto se ubicaban el conservador Francois Fillon y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, con un 19,80% y 19,18%, respectivamente.

El resultado de las elecciones, las más reñidas y abiertas de la historia reciente de Francia, confirmó los pronósticos de los últimos días de una campaña electoral que finalizó con el sobresalto de un atentado reivindicado por la milicia Estado Islámico (EI), que acabó con la vida de un policía en los Campos Elíseos de París tres días antes de la cita con las urnas.

Los franceses votaron bajo extremas medidas de seguridad, por primera vez con el país en estado de emergencia, que entró en vigor desde los ataques yihadistas del 13 de noviembre de 2015, y acudieron masivamente a las urnas, ya que sondeos locales estimaron que la abstención fue de alrededor del 23%.

El hartazgo con la política ha tenido menos peso que la voluntad de los franceses de decidir el futuro de su país en un momento en el que está en juego la preservación de la Unión Europea y el rumbo que tomará el mundo tras la elección de Donald Trump en Estados Unidos y el triunfo del Brexit en el Reino Unido.

Macron, un ex banquero, es el candidato favorito de la Unión Europea (UE): es partidario de reforzar el eje París-Berlín, que es el motor del proyecto europeo, y de mantener el déficit controlado por debajo del 3%. Además, si se impone en la segunda vuelta se convertirá en el presidente más joven de la V República.

Su rival ultraderechista en el balotaje tiene esperanzas de convertirse en la primera mujer en llegar a la Presidencia de Francia. Para Le Pen el desafío es también evitar la derrota humillante que sufrió en segunda vuelta su padre, Jean- Marie Le Pen, en 2002, cuando tras eliminar sorpresivamente en primera vuelta al primer ministro socialista Lionel Jospin perdió en el balotaje frente a Jacques Chirac, quien se impuso con más del 80% de los votos.

«Yo soy la candidata del pueblo», aseguró Le Pen, tras celebrar los resultados que la colocaron en el balotaje.

Hace 15 años, la llegada de Le Pen padre a la segunda vuelta generó protestas contra el Frente Nacional en distintos puntos del país. Tras confirmarse que su hija logró hoy un resultado histórico para la extrema derecha, las barricadas comenzaron a levantarse en la plaza de la Bastilla con el mismo propósito.

La policía disparó a los manifestantes con gases, pero no evitó que tuviera lugar otra manifestación espontánea en la Plaza de la República, a la que se sumaron cientos de personas.

«Macron, Le Pen, la misma mierda es», coreaban los manifestantes, en su mayoría jóvenes que llamaban a la «resistencia antifascista».

La líder del FN es el temor de los mercados y de la UE ya que quiere convocar un referéndum para salir del euro a sólo seis meses de asumir el poder. También propone cerrar las fronteras, limitar llegada de inmigrantes, imponer una tasa a los contratos a los trabajadores extranjeros, bajar la edad de jubilación de vuelta a los 60 años, mantener las 35 hora de trabajo semanales, conseguidas por el socialismo, y priorizar los productos nacionales en la Constitución.

El peor escenario que temían algunos votantes que se volcaron a las urnas era una segunda vuelta entre Le Pen y Fillon, por el conflicto que suponía votar entre la candidata xenófoba y el conservador, implicado en un escándalo de corrupción.

Otros franceses, en cambio, querían evitar tener que elegir entre los dos extremos que representan la candidata del FN y Melénchon, de Francia Insumisa.

Por eso, muchos votantes decidieron adelantar su «voto estratégico» para asegurarse que Macron tendría un lugar en la segunda vuelta.

«Voté a Macron, no es que me guste, pero ante el escenario de gran incertidumbre creo que es el que más chances tiene de vencer a Le Pen en el balotaje», le dijo a Télam Jennifer Bomeden, una parisina de 24 años que votó en un colegio electoral del centro de París.

De confirmarse lo que ya parece una tendencia irreversible, la elección en el balotaje sería más fácil para estas personas.
Fillon y el candidato socialista Hamon fueron los primeros en reconocer su derrota hoy y rápidamente llamaron a sus votantes a optar por Macron en la segunda vuelta del 7 de mayo.

Lo mismo hicieron el primer ministro, el socialista Bernard Cazeneuve, su antecesor, el también socialista Manuel Valls, y el actual canciller, Jean-Marc Ayrault, quien, por Twitter, fue contundente: «Una opción clara: toda la izquierda, todos los republicanos deben movilizar al voto a Macron para Francia, República, Europa».

Por el contrario, el izquierdista Mélenchon se negó a imponer su voluntad sobre sus votantes. «Cada uno de ustedes sabe con conciencia cuál es su deber», aseguró el veterano dirigente.

Como en 2002, cuando el padre de la actual candidata Le Pen llegó al balotaje, es muy probable que gran parte de Francia se movilice para evitar tener el primer presidente de extrema derecha de la V República, vigente desde la posguerra. Sin embargo, tras ese consenso se esconderá una crisis, que hoy quedó al desnudo: la del bipartidismo entre conservadores y socialista que controló el destino de la potencia europea.

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