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La verdadera historia detrás de Cayó Makenssy

El local bailable donde denunciaron discriminación se llama, en realidad, Único. El encargado tiene una causa judicial por estafas por el verdadero Cayó Makenssy, que estaba emplazado justo al frente.

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Un local bailable, una venta, problemas de habilitación, usurpaciones, denuncias, imputaciones y un juicio en puerta. Eso sucede por estos días en torno al local nocturno Cayó Makenssy, el cual permanece cerrado desde hace años, pero cuyo nombre fue utilizado para explotar un boliche ubicado justo al frente, en barrio Nueva Córdoba.

Según el expediente judicial, Lucas Correa Gaitán –el hombre que se presentó como encargado del local donde se denunció discriminación– está imputado por usurpación y estafa en perjuicio de los hermanos Jorge y Esteban Paloma Schiavi.

Desde el principio. En 2010, Esteban Paloma compró el 75 por ciento del fondo de comercio Cayó Makenssy (Independencia 1051), y conformó una sociedad anónima que cedió a sus hijos, Jorge y Esteban. El porcentaje restante corresponde a Lucas Correa Gaitán, uno de los socios anteriores que no estuvo de acuerdo con vender su porcentaje.

Por problemas de habilitación y reformas, hubo diferencias entre los nuevos dueños, y en febrero de 2011 los hermanos Paloma Schiavi  denunciaron a Correa Gaitán y a otras dos personas por haber usurpado la discoteca e impedido el acceso a los otros dueños.

En medio de demandas y denuncias, los tres socios que sí habían vendido su parte, aparentemente rescindieron unilateralmente el contrato de compraventa del fondo –usurpado– sin devolver el dinero que habían recibido por el boliche.

En el expediente judicial, el fiscal Carlos Matheu consideró que los empresarios de la noche que vendieron el 75 por ciento de Cayó Makenssy «simularon» el contrato, una defraudación que tendría como motivación hacerse del dinero de los Paloma Schiavi para montar el boliche Único junto con Correa Gaitán.

Vino luego una denuncia por estafas, la intervención del local, y la restitución por orden judicial a los miembros del fondo de comercio.

Único, sin cartel. Así, en el primer semestre de 2010, el 75 por ciento del paquete de acciones de Cayó fue vendido por 1,4 millón de pesos a los Paloma Schiavi, quedándose el resto de las acciones en manos de Correa Gaitán. Pero la relación de los nuevos socios sería pésima.

En febrero de 2011, la sociedad entre Correa Gaitán y los hermanos Paloma Schiavi se desmadró: peleas por la recaudación, por el contralor del stock de bebidas, por el pago a los empleados; derivaron en que Correa Gaitán, con la ayuda de patovicas, prohibiera el ingreso de los hermanos al boliche, durante el fin de semana siguiente.

En enero de 2012, siempre de acuerdo con el relato de los hechos realizado en la elevación a jucio, los mismos socios que vendieron a los hermanos Paloma Schiavi en 2010 «revendieron» a Miguel Amil el mismo paquete accionario, por lo que –de manera fraudalenta, sostiene el fiscal– Amil y Correa Gaitán fueron socios, reencontrándose el paquete accionario de Cayó Makenssy.

Llovieron las actas judiciales hasta que los Paloma Schiavi pudieron ocupar el local de Cayó Makenssy en Independencia 1051.

Entonces, Miguel Amil abrió un local en la vereda del frente (Independencia 1076) al que llamó en los papeles Único, pero en la práctica publicitó como Cayó Makenssy, donde Lucas Correa Gaitán actúa como encargado, según su propia presentación en medios de comunicación durante los últimos días, a raíz del escándalo por el supuesto acto de discriminación a Rosario, la chica que se moviliza en sillas de ruedas y no pudo entrar al boliche.

De acuerdo con la denuncia (y la elevación a juicio), mientras el verdadero Cayó Makenssy permanecía cerrado por no obtener la habilitación municipal correspondiente, el cartel fue sustraído, y uno similar fue puesto en el nuevo boliche abierto por Amil.

El fiscal del Distrito III Turno 6, Carlos Matheu, confirmó a Día a Día que la causa por usurpación ya fue elevada a juicio y espera fecha para las audiencias, mientras que la imputación por estafas fue remitida nuevamente a la instancia de instrucción para siga siendo investigada. “La elevación a juicio se confirmó el año pasado”, afirmó Matheu.

 

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La discriminación fue en Único

El boliche conocido como Cayo Makenssy –y que en realidad se llama Único– fue noticia en los últimos días por el testimonio de Rosario, una joven de 18 años que escribió una conmovedora carta luego de que no la dejaran entrar a la disco con su silla de ruedas.

Rosario asegura que la tuvieron 25 minutos en la puerta sin dejarla ingresar, argumentando que el lugar estaba lleno, cuando otra gente sorteaba sin problemas el ingreso. “No me interesa hablar mal del boliche, pero sí que esto sirva para mostrar lo que nos pasa a muchos, y que en esta ciudad no hay nada adaptado”, había dicho la joven a este diario.

Desde el boliche habían negado que tal situación hubiere existido, y dijo que la negación se debió a que estaba colmada la capacidad. Este miércoles, en tanto, desde la cuenta de Facebook de Cayo Makenssy pidieron disculpas a Rosario y aclararon no haber tenido jamás la intención de perjudicarla. “Apoyamos su causa para empezar a crear conciencia solidaria”, indicaron.

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