Provinciales

Luis Juez, el único dueño de su derrota

Luis Juez, el único dueño de su derrota

Al revés de su irrupción aluvional en 2003, explicable solamente porque se alinearon todos los astros (muerte de Ramón Bautista Mestre, abdicación de Rubén Martí y cataclismo económico, mechado todo con torpezas del peronismo en el poder provincial), el copy right del cuarto puesto puede reclamarlo para sí, con todo derecho, el aún senador nacional.

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Ninguno de los cuatro expectables que compitieron ayer por la Intendencia de Córdoba es tan responsable de su derrota, y de sus términos, como Luis Juez. Al revés de su irrupción aluvional en 2003, explicable solamente porque se alinearon todos los astros (muerte de Ramón Bautista Mestre, abdicación de Rubén Martí y cataclismo económico, mechado todo con torpezas del peronismo en el poder provincial), el copyright del cuarto puesto puede reclamarlo para sí, con todo derecho, el aún senador nacional.
Había perdido ajustadamente la Gobernación (un punto abajo) a manos de Juan Schiaretti en 2007 y cosechado otras derrotas a través de interpósitos, como el tramo de Diputados en 2009 (Gumersindo Alonso), la Intendencia capitalina en 2011 (Esteban Dómina) y las legislativas de 2013 (Ernesto Martínez). Esta es la primera vez que en nombre propio y en su propio bastión, no sólo pierde sino que sale cuarto, un lugar tan alejado de la disputa que si no señala su propia defunción política se le parece bastante.
Para peor, con su perfil político absolutamente desdibujado. Ya no es un dirigente del progresismo: de aliarse con Hermes Binner en las presidenciales de 2011 pasó a ser un soldado de Mauricio Macri para octubre próximo. A nivel nacional, porque localmente compitió contra él al bajarse de la lista de candidatos a senadores y compulsar directamente contra la boleta ganadora que auspició Mauricio Macri; se asoció a una de sus enemigas históricas, Olga Riutort, y casi terminó pidiéndole perdón a José Manuel de la Sota al reconocerle méritos a las gestiones de su archienemigo.
Todo este menjunje lo desarrolló en vertiginosos 90 días, bajándose de una lista, subiéndose a otra, trocando archi enemigos en flamante aliados. Fueron movimientos espasmódicos porque ni el mejor dispuesto puede llamarle estrategia política a ese esperpento. Tal vez estas elecciones tengan el mérito didáctico de mostrar con lente gran angular el verdadero “genio” de un político ya en el tramo declinante de su alocada carrera.
El último y más sorprendente quiebre de cintura fue una alianza con la que prometió sorprender a todos, algo que sin dudas logró, al inscribir la fórmula Juez-Riutort. Creyó desplegar todo su talento político utilizando una simple adición como fórmula imbatible. Con el simplón recurso de pedirle disculpas por haberla insultado y denunciado tanto, creyó con la ingenuidad de un querubín que sus tal vez 20 puntos más otros tantos de la por el vilipendiada ex esposa de De la Sota, lograría una cantidad de votos imbatible. Pero terminó sacando menos que si hubiera ido solo.
¿Quién lo consintió a tamaño atrevimiento? Creemos que nadie. Al menos si tenemos que sus más cercanos y escuchados colaboradores le aconsejaron más bien todo lo contrario. Es probablemente su postrer experimento. Porque, además de su porrazo, la posta de su estilo denunciador ya la tomaron otros. Tomás Méndez, cámaras ocultas en mano, sacó siete puntos más que él y es la primera minoría en el Concejo Deliberante.
Es cierto que el ingreso de Méndez, pero ya sin la pantalla de Canal 10, está amenazado por la fugacidad. Por lo pronto, su estructura es una yuxtaposición de dirigentes de segunda mano que, con premuras y sin otras alternativas, decidió reutilizar. Tal vez pueda retener a sus concejales, tal vez no. Por lo pronto, durante cuatro años habrá en Córdoba dos partidos de poder con fuerza gravitacional propia para atraer dirigentes excéntricos, siempre en alquiler.
Como nos ha enseñado con buena didáctica Luis Juez, los cálculos políticos nunca son simples si quieren ser certeros. No obstante, es probable que luego de dos ciclos simultáneos del peronismo en la provincia y la UCR en la Municipalidad, recrear el bipartidismo en Córdoba sea una posibilidad más cercana en 2019. Sería el paradójico colofón de la experiencia electoral vivida ayer con cuatro partidos por encima de los dos dígitos peleando por el mismo cargo.
Para el anecdotario queda el gracioso regalo que Luis Juez y Olga Riutort le ofrecieron candorosamente a José Manuel de la Sota. Tal vez ni lo soñó pero ayer el gobernador pudo ver heridos, tal vez de muerte, a sus dos enemigos políticos declarados. Tal vez sea una postrer ofrenda del destino a quien se retira ya de la escena provincial porque, a su manera, él los “engendró”.
Además, si como dicen muchos, él es el verdadero arquitecto detrás de bambalinas del bipartidismo que tal vez sobrevenga, también pretenda ser, en el caso de Juez, un tributo para saldar cuentas con la ciudad en compensación por el presente griego que le dejó a los cordobeses en 2003.

Diario Alfil

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