
El objetivo del estudio, presentado por Manolis Kallistratos, cardiólogo del hospital Asklepieion de Voula (Grecia) era evaluar el efecto de la siesta sobre la tensión arterial en personas diagnosticadas de hipertensión.
Participaron del estudio 386 pacientes (200 hombres y 186 mujeres) que tenían una media de edad de 61 años.
Se tuvo en cuenta varios factores que pueden influir en la tensión arterial como la edad, el sexo, el índice de masa corporal, el tabaquismo, la actividad física o el consumo de sal y de alcohol.
Así, los investigadores calcularon que las personas que duermen la siesta tienen una tensión arterial un 5% más baja de media que aquellas que no la hacen.
«A pesar de la reducción de tensión arterial parece pequeña, puede reducir el riesgo de eventos cardiovasculares de manera significativa», declaró Kallistratos.
Los investigadores, que realizaron ecografías del corazón a todos los participantes en el estudio, también observaron que quienes duermen la siesta presentan menos daños causados por la hipertensión arterial alta en las arterias y el corazón.
Además, comprobaron que las personas hipertensas que suelen dormir la siesta toman menos fármacos para contener la tensión arterial que aquellas que no duermen a mediodía.
Kallistratos recuerda que «Winston Churchill decía que tenemos que dormir en algún momento entre el almuerzo y la cena».
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